Desde 1996 el Real Madrid de baloncesto no jugaba una fase final de una Final Four, demasiado tiempo quizás para un equipo modélico no sólo España sino en Europa que cuanta a sus espaldas con ocho entorchados continentales.
Han tenido que pasar varias generaciones de técnicos y jugadores para ver de nuevo a los blancos estar en una “final a cuatro”, curiosamente, en Barcelona, en la ciudad del eterno rival y en el Palau Sant Jordi, una motivación extra para los merengues que sueñan con coronarse en la ciudad condal como los reyes del continente europeo, un título en manos del Regal Barcelona que sin embargo, este año no podrá revalidarlo al caer en la ronda de cuartos ante el gran favorito de esta edición, los griegos del Panathinaikos con Diamantidis como gran estrella del equipo del Obradovic como técnico, curiosamente, entrenador del Real Madrid en la última “Final Four” ganada por los merengues en Zaragoza en 1995, con Joe Arlauckas como MVP de aquella mágica tarde para el Real Madrid de baloncesto.
Al Madrid no le tembló la mano y le pasaron factura los nervios y la presión de sentirse favorito y lograr romper el maleficio de la Euroliga. Así, en el quinto partido y con la Caja Mágica repleta (12093 espectadores), los de Molin dieron la talla sobre todo, en el segundo cuarto liderados por Carlos Suárez y Tucker (12 puntos cada uno), decisivos en el aspecto anotador junto al gran capitán merengue, Felipe Reyes, extrastosférico bajo la canasta, ganando la batalla del rebote (capturó 12 rebotes de los 29 de su equipo) a las torres del Power Electronics Valencia, Lishchuk y Savanovic, dando lugar a la remontada merengue (48-44), minuto 32, y al triunfo final por (66-58), obteniendo el billete para Barcelona, en una Final Four donde no estarán los actuales campeones de Europa y anfitriones de esta edición por lo que será los de la capital de España los que representen a nuestro baloncesto el próximo 6 de mayo ante los israelitas del Maccabi Tel Aviv en semifinales y esperemos que ante el vencedor del Panathinaikos griego y del Montepaschi de Siena italiano, en la final del domingo 8 de mayo donde soñamos y confiamos en que este, nuestro Real Madrid.
A pesar de la victoria madrileña (66-58) en un último cuarto donde la Caja Mágica fue toda una fiesta blanca, en el público puesto en pie celebrando la victoria final de su equipo en el quinto y definitivo partido de la serie de cuartos de final, los de “La Fonteta” diron la talla en todo momento, no perdiendo la cara al partido ni cuando el choque estaba ya sentenciado, demostrado ser un digno rival y un conjunto con gran proyección tanto en España como en Europa en las próximas ediciones. Así, los de Pesic apelaron al juego interior de una de sus grandes estrellas, Savanovic, decisivo en el segundo encuentro de la serie en la Caja Mágica y en el cuarto en La Fuente de San Luis de Valencia, máximo anotador del partido (19 puntos), siendo una auténtica pesadilla para los blancos bajo la canasta.
Siete puntos consecutivos del pívot valenciano pusieron a los suyos nueve arriba (2-11) en el ecuador del primer acto, un primer acto que tuvo en Carlos Suárez y en el propio Savanovic a los máximos anotadores de sus respectivos encuentros (siete puntos cada uno) en estos primeros diez minutos de partido que concluyeron con una pequeña brecha en el electrónico a favor de los de Pesic (11-17), gracias a un triple sobre la bocina de Richardson.
En el segundo cuarto, el juego exterior del Power Eectronics (cuatro triples en quince minutos de partidos) puso contra las cuerdas al Madrid (25-32), siete puntos abajo, con De Colo y Richardson como auténticas ametralladoras en ataque del cuadro “taronja”. Sin embargo, la reacción de los de la Caja Mágica no se hizo esperar, recurriendo Molin a sus grandes tiradores, Prigioni-Llull y sobre todo, Tucker que anotó tres de los cinco triples logrados por su equipo en este segundo asalto al que se llegó con un apretadísimo (40-42).
En la reanudación, un enchufado Llull, cinco puntos consecutivos auxiliado por un resucitado Carlos Suárez junto con el acierto en lanzamientos desde corta distancia de Prigioni y Carlos Suárez unido al siempre fajador e incansable trabajo reboteador bajo la canasta de Felipe Reyes propiciaron la remontada madridista (54-50), con una Caja Mágica conectada desde el inicio con sus jugadores que se encontraban a sólo diez minutos de la Final Four de Barcelona (58-51), siete arriba para el Real Madrid al inicio del último cuarto.
Otro de los jugadores de la plantilla merengue que rindió al nivel esperado en un partido decisivo y transcendental fue Dór Fisher, siendo un auténtico “leopardo” bajo la canasta poniendo el “broche a la fiesta del madridismo”, con sus espectaculares mates que hicieron las delicias del público madrileño.
En un último acto de escasa anotación (parcial de 8-7), los pupilos de Molin supieron administrar la renta en torno a los cinco-seis puntos, una renta sólo inquietada por dos triples de Rafa Martínez que rebajaron la renta a los cuatro puntos (62-58) a falta de menos de dos minutos para la conclusión, en lo que fue un pequeño espejismo, ya que cinco puntos consecutivos de los anfitriones, cuatro de ellos de Tomic, decisivo junto a Prigioni desde la línea de libres, sentenciaron el choque por (66-58), ocho puntos de ventaja sobre un Real Madrid que quince años después vuelve a la élite del baloncesto continental, a una “Final Four” donde es favorito al igual que los griegos del Panathinaikos que se cruzarían en la final con los madridistas el próximo 8 de mayo. En una noche mágica, la Caja Mágica volvió a ser determinante para acabar de una vez por todas con el maleficio de las “finales a cuatro” que durante los últimos quince años han perseguidos a los merengues.
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